Bueno, creo ha pasado un tiempo algo considerable desde la última publicación y las 2 o 3 personas que leyeron el último escrito crecieron, maduraron sus idea y se fuero. Casi como un servidor con la diferencia de que este ultimo sigue aquí.
Ahora bien, entrando con calma un poco mas en materia me permitire de vez en vez narrar las crónicas de alguien a quien tengo el gusto de conocer de primera mano y que poca gente conoce. No es de extrañar que algo así suceda, despues de todo es un mundo con millones de habitantes que cada día solo dedican unos pocos momentos de calidad a otras personas. Alguien a quien pocos conocen no debería de constituir por si un evento extraordinario, pero esta persona es en verdad a mi ver, alguien extraordinario.
Espero no confundir en este punto a la gente y dar una falsa idea de que yo siempre pongo atención a todo y soy un ser humano de calidad superior, todo lo contrarío, creo deberia de trabajar mas en esa parte que cualquiera de los que ahora leen, pero fue precisamente en uno de esos brevisimos instantes donde me di cuenta de la existencia de esta personalidad.
Fue un dia... ¿o debería decir noche? Creo le va mas noche. Fue una noche después de la 1 de la mañana, caminaba sin rumbo y a tanteo por unas rosadas calles de la ciudad de Guadalajara que solo algunos pocos conocen. El dolor me habia embriagado y golpeaba mi cabeza de una manera atroz, no me permitia concentrarme o ver si quiera donde habria de poner el siguiente paso, me comprimia y apretaba todo el cuerpo. Los zapatos sonaban al arrastrase como en aquellas peliculas viejas donde se aprecian todas las penas del mundo en el andar de alguien. Aun asi la cabeza no me dolía ni la mitad del corazón, que me comprimia y apretaba el alma. Creo fue por ese dolor que pude verle a él, sentado, sereno, observandome desde una esquina en la cual estaba, la luz apenas y dejaba ver una parte de su cuerpo y no podía ver sus ojos. Me dijo desde su lugar que parecía para mi el otro lado del mundo - sé lo que es estar así. Para esos casos lo mejor es no escucharse mucho a uno mismo, al menos no en ese momento.- Después salio un poco a la luz de la calle, pude apreciar por primera vez su rostro y me dijo con una sonrisa sincera y calmada - ¿quieres oir un cuento? -
